A lomos de nuestro propio tigre

A LOMOS DE NUESTRO PROPIO TIGRE
En la senda de Nietzsche y Jung
Alberto Morales
Prólogo de Luis Sáez Rueda
ISBN-13: 978-84-126756-7-2
PVP con IVA: 20 € 
412 páginas. Ilustrado color
(Ensayo) Nov. 2023

Durante cinco años, hasta su interrupción por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el psiquiatra, psicólogo y humanista suizo Carl G. Jung (1875-1961) dirigió un selecto seminario con el Así habló Zaratustra de Nietzsche como incuestionable actor principal. En sus cuantiosas sesiones, Jung desgranó paso a paso el fruto de esa enigmática obra a la que el propio Nietzsche contemplara siempre con ojos de embeleso y no ahorrara halagos en Ecce homo, ese su escrito testamentario. El pensamiento de Friedrich Nietzsche, de contumaz rebeldía ante cualquier intento de encorsetado, encuentra de esta forma una senda transitable desde los presupuestos de la psicología analítica desarrollada por Jung a lo largo de su dilatada carrera. Se nos desvela entonces un Nietzsche humano, demasiado humano, ya brillante, ya eclipsado por su propia sombra, esa oscuridad que acabará por engullir su mente y la totalidad de su ser. Nietzsche y Jung, psicólogos de excepcional talento, recorren juntos «la noche oscura» del alma humana, y sus dictados y reflexiones harán de puente levadizo para acceder al psiquismo de esas otras personas, aquí anónimas pero igualmente brillantes, cuyas historias se narran en las páginas de este libro desde la perspectiva del propio autor como psicólogo y psicoterapeuta.

Hasta su jubilación como profesor, Alberto Morales impartió docencia en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, con la que sigue vinculado como tutor externo de estudios de practicum y máster. Continúa, además, con su actividad como psicoterapeuta y colabora con diversos profesionales de la salud mental en tareas de supervisión clínica. Decididamente comprometido con la labor de acercar la obra de Carl Gustav Jung a un público no necesariamente especializado en psicología, ha publicado también en esta editorial En el diván de Jung. Un encuentro terapéutico (2020) y Cuando la realidad se desdibuja. Tres historias narradas junto a Jung (2021).

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Alberto Morales se dejó ver sobre la superficie de esta esfera sublunar hace ahora más de seis décadas, en un pueblito del valle de los Pedroches, justo cuando el Sol iniciaba su andadura por esa constelación de estrellas que alude a una cabra; su alma, empero, está indisolublemente ligada a la capital del reino nazarí y sus altas serranías, donde reside desde que era muy niño. En su muy antigua y añeja universidad se licenció en psicología y obtuvo el grado de doctor en la especialidad de psicobiología. Hasta su jubilación, impartió docencia en el Departamento de Psicobiología de dicha universidad, en las asignaturas de psicofarmacología y neuropsicología. Pasó un dilatado tiempo inmerso en estudios experimentales en el apasionante ámbito de la neurociencia: con fruición se adentró en las funciones de los circuitos del hipotálamo posterior, y participó en el desarrollo de un modelo farmacológico para el estudio de la ansiedad. Siempre gusta relatar que tuvo la enorme fortuna de enseñar filosofía de la mente en el Departamento de Filosofía I, en una colaboración que se prolongó durante una década y que hizo saltar por los aires muchos de los prejuicios intelectuales de los que entonces llevaba a gala. También le gusta referir su entrañable paso por la Unidad de Docencia y Psicoterapia, lugar en el que psiquiatras y psicólogos respiraban, y respiran, un mismo aire, jamás viciado. Aprendió en su momento a compatibilizar la asepsia del mundo universitario con el siempre complejo y comprometido universo de la práctica clínica, hasta que una secreta y estrecha alianza entre malas compañías y sincronicidad propiciaron, sin prisas y con muchas, muchas pausas, un primer encuentro con Carl Gustav Jung, con quien desde entonces comparte animadas tertulias en su castillo medieval, en compañía de hadas y alquimistas. Se tituló como profesor de yoga en la Escuela Sâdhana y se formó en la práctica milenaria del shiatsu en la Escuela Europea. Tiene la rara fortuna de contar con una maestra de caligrafía china, por extraño que pueda parecer. Amante de las lenguas vernáculas de Virginia Woolf y Nietzsche, homo studiosus et diligens ad linguam Latinam discendum quoque. Quienes le conocen saben de su habilidoso arte para con su tiempo libre, de modo que es dado a adentrarse en las montañas y a la travesía marina con kayak. Si lo veis con su cámara réflex al hombro, por favor tened paciencia con él. Por cierto, ¡casi lo olvido!: muestra un escasísimo interés por el asfixiante mundo de la moderna tecnología y demás gaitas asociadas.

Alberto Morales

Se dejó ver sobre la superficie de esta esfera sublunar hace ahora más de seis décadas, en un pueblito del valle de los Pedroches, justo cuando el Sol iniciaba su andadura por esa constelación de estrellas que alude a una cabra; su alma, empero, está indisolublemente ligada a la capital del reino nazarí y sus altas serranías, donde reside desde que era muy niño. En su muy antigua y añeja universidad se licenció en psicología y obtuvo el grado de doctor en la especialidad de psicobiología. Hasta su jubilación, impartió docencia en el Departamento de Psicobiología de dicha universidad, en las asignaturas de psicofarmacología y neuropsicología. Pasó un dilatado tiempo inmerso en estudios experimentales en el apasionante ámbito de la neurociencia: con fruición se adentró en las funciones de los circuitos del hipotálamo posterior, y participó en el desarrollo de un modelo farmacológico para el estudio de la ansiedad. Siempre gusta relatar que tuvo la enorme fortuna de enseñar filosofía de la mente en el Departamento de Filosofía I, en una colaboración que se prolongó durante una década y que hizo saltar por los aires muchos de los prejuicios intelectuales de los que entonces llevaba a gala. También le gusta referir su entrañable paso por la Unidad de Docencia y Psicoterapia, lugar en el que psiquiatras y psicólogos respiraban, y respiran, un mismo aire, jamás viciado.